jueves, 29 de diciembre de 2011

Ludwig von Mises y la actual coyuntura económica

En 1949, el economista Ludwig von Mises publicó un artículo titulado “El porqué de la actividad humana”. Este economista, ejemplo de rigor y originalidad, predijo con valentía en la Alemania de 1912 que, de seguir adelante los intentos del gobierno imperial de mejorar el funcionamiento del capitalismo alemán recurriendo al “dinero barato” y la expansión del crédito, éstos desembocarían inevitablemente al cabo de unos años en la caída del poder adquisitivo del marco alemán a una millonésima parte de su valor en 1912. Los economistas alemanes de entonces se mofaron de un supuesto que consideraban absurdo y que descalificaba a quien se atrevía a exponerlo. Unos años más tarde, el poder adquisitivo del marco alemán se había reducido… ¡a la diezmillonésima parte!

Brillante crítico del socialismo económico y del intervencionismo del estado, Ludwig von Mises (1881-1973) consideraba que la función social del economista consistía tanto en elaborar teorías económicas racionales y coherentes como en desmontar todo razonamiento falaz; por este motivo, tenía que mostrarse dispuesto a enfrentarse a la enemistad de todo cuanto timador  y charlatán trata de “vender” atajos hacia el paraíso en la tierra,  ya que su función incluye el deber de desacreditarlos. Y en esta guerra, siempre tiene que esperarse a que, a medida que dichos aprovechados se vayan quedando sin  objeciones plausibles que oponer a sus argumentos económicos, irán recurriendo cada vez más al insulto y la descalificación personales.

Esta visión lúcida e integral de la economía y de la función social del verdadero economista es la que, en mi opinión, debería promoverse entre todos los profesionales y estudiantes de la economía. Su discípulo Friedrich Hayek (Premio Nobel de Economía en 1974 por sus estudios sobre la coyuntura económica) es un ejemplo sobresaliente de esta visión.

Ludwig von Mises también se mostró crítico frente a las propuestas de “vía intermedia” entre el socialismo y el capitalismo que abogaban por el intervencionismo del Estado en la economía a través de preceptos y prohibiciones, impuestos y subvenciones.  En efecto, como él anticipaba y demuestra la historia económica moderna y contemporánea, la elevación de los salarios por encima del nivel que alcanzarían en un mercado libre siempre ha terminado desembocando en un desempleo masivo y prolongado; los esfuerzos destinados a reducir los tipos de interés a través de la expansión del crédito han sido la causa de crisis profundas y recurrentes, y la fiscalidad orientada a saquear a los más prósperos ha resultado inevitablemente en la desaparición paulatina del capital.

En lo que ya se ha confirmado como una crisis económica de gran envergadura a la que habrá que hacer frente en los próximos años, no estaría de más que se releyeran la obra magna de este autor, titulada “La acción humana” (Unión Editorial, 8ª edición, 2007)  y en especial el capitulo 17 dedicado a los intercambios indirectos, donde se tratan las cuestiones de la inflación y la deflación, la anticipación de la evolución del poder adquisitivo y la visión inflacionista de la historia.

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