domingo, 18 de marzo de 2012

España: La necesaria recuperación de un consenso constitucional


Si aceptamos que, hoy como ayer, la política es el arte de lo posible en un contexto de confrontación continua de intereses antagónicos, y una lucha en la que sólo triunfan quienes son capaces de aunar mayor respaldo en defensa de unos objetivos que procuren un beneficio percibido como tal por el mayor número de actores políticos, y que la evolución política y económica ha derivado en España en un proceso de confrontación de intereses territoriales, en el que el Estado ha quedado desarmado y se muestra incapaz de imponer un arbitraje objetivo en beneficio del interés común a largo plazo, se hace preciso restablecer una base de consenso entre los ciudadanos que reúna una serie de elementos pactados esenciales.
En mi opinión, para que España pueda sobrevivir como Estado-nación, ese consenso ha de incorporar ocho componentes indispensables, que son los que, 34 años después de aprobarse la Constitución de 1978, han ido desapareciendo paulatinamente del discurso político de los partidos mayoritarios:
1.       La aceptación del concepto de nación como elemento integrador de los distintos intereses particulares y territoriales, sometidos al interés común del conjunto de los ciudadanos, y que sea una expresión efectiva de la  cooperación social, de unos objetivos sociales compartidos, de la reconciliación de intereses antagónicos y de la creación de un entorno social que propicie un régimen democrático justo y de libertad individual. 
2.       La articulación política de los intereses particulares en un órgano de representación nacional, y de los intereses territoriales en un órgano de representación territorial sometido al primero.
3.       La defensa de la libertad civil, política, económica, intelectual y de expresión de todos los ciudadanos, entendida como elemento aglutinador de la nación y factor de progreso.
4.       La educación, entendida como instrucción en disciplinas del saber, interpretación común de la historia propia y desarrollo del espíritu crítico.
5.       La lengua española como instrumento de libertad y progreso y como vehículo de comunicación entre los ciudadanos y de éstos con el resto del mundo de lengua española, unida a la defensa y promoción de las lenguas vernáculas como expresión de la pluralidad e instrumento de progreso intelectual, es decir, como elemento enriquecedor del patrimonio común, y no como elemento de segregación o discriminación.
6.       La búsqueda de la prosperidad común en un marco de progreso material y espiritual, de aprovechamiento de los recursos naturales y de solidaridad entre los individuos y las comunidades, sobre la base de la sostenibilidad económica y de la preservación del entorno físico y natural como patrimonio común.
7.       La articulación consensuada de la defensa común del territorio nacional y de los intereses de la nación en el exterior.
8.       La unidad de la justicia, la fiscalidad y las instituciones de mercado, como garantía del imperio de la ley y de la igualdad de trato de todos los ciudadanos en términos de deberes y derechos.
En conclusión, como dije en mi artículo “La hora de los patriotas”, lo que esperamos de los partidos políticos es el restablecimiento de un consenso civil entre la inmensa mayoría de los ciudadanos, la lucidez necesaria para encontrar soluciones eficaces a los problemas reales, una visión clara para formularlas y una voluntad democrática firme para aplicarlas.

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