miércoles, 29 de febrero de 2012

Reflexión sobre las causas de la penosa situación de la economía española


Todo este disparatado déficit ocasionado por las Comunidades Autónomas (eso sí, con la bendición del gobierno central) a través de su entramado de consejerías, constitutivas de un remedo de la estructura estatal, y de empresas públicas, organismos semipúblicos y fundaciones - que fue creado con dos motivos fundamentales, colocar a compañeros de partido, familiares y amigos, y esconder el despilfarro de recursos públicos, cuando no la malversación de fondos - no es sino un triste reflejo de la evolución política y moral de eso que todavía llamamos España.

En efecto, se trata tan sólo de la punta del iceberg caótico en que han sumido a España 34 años de bisagras políticas nacionalistas, esos famosos "consensos" que han permitido a PP y PSOE gobernar el uno contra el otro. El contrato social que supuso la Constitución española de 1978, basado en la asunción sin ira del pasado y la voluntad de dar cauce a un Estado de derecho social y democrático,  se ha ido diluyendo paulatinamente a través de sucesivas transferencias del Estado a las Comunidades Autónomas que no iban dirigidas a descentralizar la administración, sino a comprar una gobernabilidad improbable. Y hemos llegado a un punto en que ha desaparecido el consenso respecto de aquello que unía a los españoles, y se ha instalado una competencia fratricida por ver quien es menos español.

En conclusión, no sólo debería desaparecer el lodazal del sector público autonómico, sino también los postulados políticos que lo han permitido: como dice el refrán "de aquellos polvos, estos lodos".

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