La primera tanda
de medidas anunciada por el Gobierno para hacer frente al déficit, aún sin
determinar pero superior al 8 por ciento, se ha anunciado siguiendo el modelo “zanahoria-palo”.
La zanahoria: se aumentan las pensiones con arreglo a lo dispuesto en el Pacto de
Toledo, se mantiene la ayuda a los parados, se suprime el canon digital, se
atribuye (por fin) el almacén centralizado de residuos nucleares (en vez de
pagar 60 000 euros diarios a Francia, se pagará una cantidad sustancialmente
menor al Ayuntamiento de Villar de Cañas y se crearán puestos de trabajo allí)
y se prolonga la vida útil de la Central de Garoña. El palo: se sube el IRPF,
se sube el IBI para aliviar la situación de los ayuntamientos que están al
borde de la quiebra y la de las empresas con las que mantienen deudas, se reduce
un 20% la subvención directa a partidos políticos, sindicatos y organizaciones
empresariales y se paraliza la incorporación de nuevos perceptores de la Ley de
dependencia.
La subida del
IRPF es una subida demorada, ya que sólo afectará en las retenciones hasta el
mes de junio; lo mismo cabe decir del IBI. La reducción de la subvención directa
a partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales se ha planteado
claramente como un primer paso, destinado a dar tiempo a estos entes para
replantear su financiación sobre la base de las cotizaciones de sus afiliados, y
cabe esperar que vaya desapareciendo de aquí a 2015. La medida más discutible
éticamente es la paralización de la incorporación de nuevos perceptores de la
Ley de dependencia; está claro que la aplicación de esta ley, salvo en la
Comunidad de Madrid, ha quedado en papel mojado por la falta de financiación, y
la medida parece plantearse como un primer paso para la racionalización
financiera de la prestación. Espero que así sea, y habrá que mantener la
exigencia a este Gobierno de que haga efectiva esta norma.Las críticas que llueven sobre este Gobierno por haber elevado los impuestos pese a haberse comprometido a no hacerlo en la campaña de las elecciones generales están más que justificadas, pero la decisión de la subida parece acertada en la medida en que, de no hacerse, los mercados y la Unión Europea hubieran acabado por imponer sus recetas al respecto, que no hubieran sido tan discriminadas como las que ha comenzado a aplicar el Gobierno de Mariano Rajoy. Un cero por contraer compromisos que no sabía si podría cumplir, pero un diez por atreverse a tomar las medidas que impone el sentido común y a afrontar las críticas (por otra parte merecidas) que ello supone.
Ahora, falta por anunciar las medidas estructurales para lograr la recuperación de la economía, y entre ellas destacan dos: la reestructuración del sector bancario, que el Sr. Rajoy ha dicho que debía estar terminada en junio de 2012, y la reforma del mercado laboral, que anunció deberá ultimarse en este mismo mes de enero. Además, cabe esperar toda una batería de medidas concretas como las relativas a la gestión de los procesos de privatización, tanto los de Loterías del Estado y AENA decididos por el Gobierno de Zapatero (en un momento tan poco propicio), como otros posibles de participaciones minoritarias en Altadis, Iberia y Endesa, y otros como el de la Compañía Española de Crédito y Caución o Red Eléctrica, que deberá hacerse de manera que se obtengan los máximos ingresos, a fin de al menos compensar el descenso previsto de los ingresos fiscales en el ejercicio de 2012.
Las perspectivas para el español medio en este nuevo año se presentan oscuras. Al final se ha verificado la afirmación del Sr. Roig, Presidente de Mercadona, respecto de 2011. “Lo único bueno que podemos decir de 2011 es que será mejor que 2012”. El - pobre - consuelo reside en que parece que el Gobierno está dispuesto a asumir el coste político de las medidas que considera abrirán la senda de la recuperación. Esperemos que sean acertadas y que cada una de ellas se vaya adoptando en el momento más oportuno.
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