Los nacionalistas catalanes ya han lanzado el
órdago al Estado español: o los no catalanes pagan (acuerdo fiscal) o los
catalanes se van. Como todo órdago que se precie, se lanza con la convicción de
que el adversario se va a acobardar ante el envite y se retirará. Pero también cabe
la posibilidad de morir en el intento, abreviando así la agonía.
¿Qué futuro esperaría a una Cataluña
independiente? Nadie se lo ha planteado antes del órdago, y quienes lo lanzaron
o permitieron que se lanzara prefieren pensar que con el órdago será suficiente
para que el Estado se rinda sin condiciones.
Pero, tras este primer órdago de Cataluña, vendrá
inmediatamente el órdago del País Vasco. Así pues, ¿puede el Estado no aceptar el órdago y
obligar a que todos levanten sus cartas?